Hola, escríbeme, no te he olvidado. Bueno, en realidad sólo me acuerdo de ti cada tres o seis meses, dependiendo de mis neurotransmisores.
Hola, escríbeme, no te he olvidado. No te escribiré yo porque un día te mandé un mail y tu respuesta me dejó en claro que no debía insistir.
No te pienso, lo juro. No es como si cada que me sentara en Los Portales de San Martin te recordara, sentado, con una copa de horchata entre tus manos mientras me decías “soy lo mejor que te va a pasar en la vida”; es solo que te sueño sin saber porqué.
Escríbeme, porque quiero dejar de soñarte, porque sé que es estúpido todo esto, después de 13 años. Qué maldito número!
Escríbeme, porque te sueño y quisiera que nos encontráramos. Sería tan lindo que toques mi pierna de nuevo y me mires en complicidad.
Escríbeme.
Escríbeme.
Escríbeme.
Porque ahora yo también soy una nube que va a desaparecer…